sábado, abril 25, 2015

Realidad vs Realidad

Esta mañana mientras veía el comprobante de inscripción a mi nombre para la carrera más importante con la que soñé en participar en mi país; mientras le enviaba a mi amigo la autorización de retiro del material sentí tristeza y mucha frustración. Sentí enojo y rompí en llanto al ver que es definitivo que no la voy a correr. No pude ir a retirar mi kit, ver la Feria del Corredor, escuchar alguna charla, vivir la carrera de cerca. Simplemente no veré la carrera, no cruzaré la meta, no tendré esa medalla en mi cuello, no veré la carrera aunque sea desde la baranda. Esas cosas le pasan a mucha gente que hace deporte, no soy la primera, ni la única; son cosas que pasan.

Entonces...

Lo he dicho en  voz alta y es un hecho: No voy a correr CAF, no voy a estar en la ciudad para acercarme a la ruta y animar a mis amigos. No estaré en la carrera más importante de mi país. Es todo.

Hoy solo podía recordar que el día que me di cuenta de que estaba realmente lesionada, ese día que paré de entrenar (para CAF), ese día, luego de un trabajo de tres años que comenzó corriendo mis primeros 500 metros, ese día ya estaba haciendo la distancia en el tiempo necesario para tener un buen desempeño. De eso hace ya un año.

En un principio sentí pena, pena por sentirme así; porque estos días con tantos y tan graves problemas en nuestro día a día al ver que mi momento de frustración parece tan pequeño ante esa realidad, en ese momento me avergoncé un poco. Lloré en silencio, en mi cuarto.

Lo que me impactó de mi mal momento fue darme cuenta de que tengo derecho a sentirme mal por mis pequeñas cosas, que no pasa nada si rompo en llanto ante la realidad de ver cómo luego 4 años de esfuerzo y mucho trabajo y de unas ganas inmensas de conseguir una meta, la realidad me dice que no, que ahora no se puede y que puede que luego tampoco se pueda. Que mi realidad me diga que existe una posibilidad de que tal vez, y solo tal vez, ese sueño quede en sueño.


Hoy solo he querido reivindicar mi derecho a llorar por pendejadas, el derecho que tenemos todos a sentirnos mal por esas cosas pequeñas, por nuestras pequeñas tonterías; no solo porque no hay alimentos, medicinas, porque es más importante llegar vivo a la casa que superar la humillación que vivimos a diario en nuestras calles.
Esta realizad abrumadora que nos atropella con una velocidad que no deja chance a mirar lo pequeño no nos permite ser si quiera un poco egoístas.

Hoy viví mi "guayabo runner" pensando en cual es el próximo paso: Buscar una nueva opción en tratamiento médico. Toca ver, luego de 6 tratamientos y 4 especialistas, cual es el ejercicio que me va a ayudar a recuperar el tono muscular que siento perdido, cómo regresaré al asfalto o cómo voy a superar si no puedo regresar.
Ya dijeron los diagnósticos anteriores: hay solución, algo se puede hacer. No pierdas las esperanzas.
Entonces sigo buscando… Tratamientos y esperanzas.
En eso me seguiré enfocando y en la idea de no mirar el tiempo que pasa tan de prisa que me enloquece a ratos, no me preocupa tanto que no me estoy haciendo más joven, sino tal vez, tampoco más fuerte.

Ahora, si a ratos quiero ser una niña desvalida y me siento en el piso, me rindo y digo: no puedo mas; es mi derecho, no puede uno con esta vida angustiosa y llena de drama dejar de vivir las cosas pequeñas.
Hoy me rendí ante la imposibilidad.  No pude.
Ahora toca intentar otra cosa,  hacerlo de otro modo.
Toca empezar de cero…
Dicen: no pasa nada, un sueño roto pasa a cada momento.  Lo importante es qué tan importante es ese sueño en tu vida y cómo superar ese momento. Tener en cuenta que a veces una palabra de aliento no basta que si tienes ganas de llorar y sentirte mal, ¡dale! Nadie sabe con exactitud cómo te sientes porque todos somos diferentes, todos vivimos las experiencias de manera diferente, aunque se trata de lo mismo, cada quién lo vive desde su propia realidad.

Solo queda no engancharse y seguir.

Por eso escribo, me desahogo y sigo.

Al momento siguiente de publicar abrazo a mis hijas y agradezco tener la fortuna de poder hacerlo cada día.

Gracias!